martes, 6 de diciembre de 2011

DESDE TEPEJI DEL RIO EDO. HIDALGO - MÈXICO , HILANDO HISTORIAS ... POR MARIA GUADALUPE HUICOCHEA ENRÌQUEZ.

En este mi ultimo viaje a Mèxico , visitè entre otros municipios , el Municipio Tepeji del Rìo en el Estado de Hidalgo gracias a la invitaciòn del Consejo Estatal para la Cultura y las Artes - Hidalgo (CECULTAH), dentro de la red de municipios programados por CECULTAH para que disfruten del I Festival de Narradores orales , cuenta cuentos mano a mano . Ahì , dentro del pùblico observador, conocì a Marìa Guadalupe Huicochea Enrìquez * y fue muy grato porque precisamente en el momento que yo jugaba con el pùblico , sin saber la elegì para entregarle el supuesto niño negrito con el que actuè . Al final Guadalupe me expresò su emociòn de imaginar tener en sus brazos un bebè negrito , hicimos amistad y hoy tengo algo de su producciòn , que para compartir con ustedes me permito con su permiso , transcribir. En las fotos Marìa Guadalupe con trajes de la zona , el bordado bello hecho a mano .
Nuestros lectores de yerba silvestre, conocedores del tema seguro encontraràn terminologìa muy parecida a la nuestra en el mundo del tejido . Personalmente revivo la imagen de nuestras tejedoras desde que estàn hilando con el copo de algodòn , el huso y la rueca , si resalto la palabra IXTLE desconocida aquì en Perù - por lo menos en el norte - se refiere a las hebras del maguey y que decir de nuestras tejedoras cuando varean el algodòn o la lana de oveja, alpaca, vicuña , preparando para tejerla .
Con ustedes :

HILANDO HISTORIAS . EL TEXTIL COMO TRIBUTO EN EL CÒDICE DE OTLAZPAN .

Por María Guadalupe Huicochea Enríquez
Tepeji del Río , Edo. Hidalgo – MÉXICO.
Los nativos de Mesoamérica solían recorrer grandes distancias, yendo y viniendo sin echar raíces. Debido a su condición de cazadores, convertían las pieles de animales en toscas prendas de vestir . Algunas fibras y follajes anudados de manera rústica, les brindaban protección y abrigo.

Recolección y caza, primitivos medios de subsistencia rebasados por el crecimiento demográfico, apuraron la permanencia de grupos humanos en donde hallaran montañas grandes y buena tierra.

Así como el crecimiento de sembradíos facilitó la domesticación del maguey abastecedor de ixtle ( santhe) y de algodón (tudi), el mejoramiento en las técnicas de labranza, favoreció el desarrollo de estas plantas. Su producción intensiva, hizo florecer la industria textil prehispánica.

Igual que otros pueblos mesoamericanos productores de ixtle, los ñähñus de Otlazpan utilizaron la técnica de machacado, blanqueado y secado : luego de practicar un rito en las milpas comunales, cortaban pencas de maguey (üada), las tostaban y raspaban la pulpa con un pedernal, lavaban muy bien las fibras restantes, que secaban al sol.

De antiguo, el procedimiento para hilar (texi) algodón, era transmitido de una generación a otra, por las “sagradas viejas” . Las hilanderas jóvenes aprendieron a despepitar capullos, a varear y limpiar la fibra, a cardar y hacer mechas torciéndolas con las yemas de los dedos o con la palma de la mano.
Después de un tiempo, hilaban ixtle y algodón en husos fabricados con una varilla de madera terminada en punta y un malacate (thet’e) de barro decorado.
Frotaban con ceniza la varilla descansada sobre un cuenco de barro, devanaban y extendían la fibra, “hacían bailar al malacate” hasta obtener hilaturas delgadas y finas (tsuti thähi).

Las mujeres adiestradas durante largas temporadas, tejían en un telar de cintura (het’e) rudimentario ensamblado con varas, o en telares de carrizo (xithi), que, mucho se ha probado , utilizaron desde antaño en la confección de prendas elementales para uso doméstico, cuando solamente empleaban la técnica de “un hilo de trama cruzando un hilo de urdimbre”.

Crear texturas que realizaran las mantas, era quehacer de las tejedoras más experimentadas: el algodón se combinaba con pelo de conejo (xi kjua); las plumas, la pelusa de pato y otros materiales, eran aplicados directamente a la prenda. Para teñir usaban pigmentos extraídos de minerales y tierras especiales, o colorantes como palo de Campeche, cochinilla, musgo, flores o añil, adquiridos en el mercado (npai) local.

El color y la textura de los materiales, el tamaño de la vestimenta, su diseño y hasta el modo de portarla, eran considerados atributos de categoría e identidad; la posesión de mantas (tebe), botas (zexthi), sandalias (thinza) y paños de cadera (zexkjo), establecía la diferencia entre la nobleza y la gente del pueblo.
A la llegada de los españoles, era común que los indígenas vistieran lienzos cortos y llanos, elaborados con fibra de maguey endurecida con atole de maíz. Un ayate ( dänkjua) de ixtle anudado al hombro, completaba su indumentaria.


Los señores principales vestían tilmas de algodón atadas al frente como privilegio de clase. Portaban mantas largas y galanas con espléndidas cenefas de figuras estilizadas: relámpagos representados con líneas zigzagueantes, círculos que simulaban gotas de agua o serpientes imitadas con grecas. Los puntos cardinales representados con cruces, rombos o flores, lucían detalles coloridos: el azul representaba el agua, el rojo simbolizaba la sangre y el amarillo la luz de las estrellas.
A mediados del siglo XVI, hacer hilaturas y labrar mantas exclusivas para los gobernantes indígenas y españoles, eran tareas propias de las mujeres de Otlazpan, reconocidas por la calidad de sus textiles.

Su tributación fue tasada en 1549, por el gobernador Martín Vásquez. “Para saber la cantidad de mugeres que [había] en el dicho pueblo , las contó y halló [que eran] dos mil mugeres de trabajo y dexo y hordeno que cada año hiziesen dos mujeres una pierna de manta de las susodichas de algodón que suman y montan por todas las que se ha de hacer trezientas y veynte y cinco, anse de entregar a los mayordomos en la casa pública y ellos dar quenta dellas” ( fol.8. Códice de Otlazpan) .

En la práctica cotidiana, existía un vínculo absoluto entre el pensamiento mágico-religioso y el simbolismo contenido en el diseño, los ornamentos y el colorido de las mantas . Las buenas hilanderas “daban alma al hilo”, sabían hilar delgado y parejo . Las tejedoras tenían por oficio matizar los colores, “ eran muy pulidas en hacer labores en las telas”
(Las palabras entre paréntesis pertenecen a la lengua ñahñu de San Ildefonso Chantepec, municipio de Tepeji del Río). Fuentes :
La tejedora de vida, extractos publicados en la revista Ñoñotas.
Códice de Otlazpan ,B.Leander, INAH, 1967
Historia general de las cosas de la Nueva España , Bernardino de Sahún.
Origen del textil en Mesoamérica , Griselle J. Velasco Rodriguez, IPN, 2002.

* María Guadalupe Huicochea Enríquez, promotora cultural desde 1989, estudió Historia del Arte. Ha publicado: En los términos de Otlazpan y Tepexic (Editorial Praxis, 2008), Una escuela de lengua castellana en Tepexic del Río (UAEH, 2009), Acta de Xilotepec : Manuscritos de 1558,1559 y 1606 (Editorial Praxis 2010).

Este artìculo està publicado en la Revista MAYAHUEL , publicada en este octubre 2011 y ya tengo la promesa de Marìa Guadalupe para presentarla en 2012, te esperamos .

Gracias CECULTAH , Maestro Jorge Antonio Garcìa Pèrez , pueblo de Tepeji del Rìo , autoridades, escritores , artistas que junto a mis compañeros Laura Ferreyra ( Paraguay) , Mario y Luis Manuel de Pachuca tuvimos finas atenciones .
CONSUELO SALAS VALLADOLID
pukaqantu@yahoo.es
LAMBAYEQUE - PERÙ .

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